Cuenta una leyenda que hombres y hadas convivían en el corazón de Anatolia hace miles de años. Un día, una de ellas se enamoró de un ser humano y la reina de las hadas, enfadada, las convirtió a todas en palomas y las confinó en piedras cuneiformes que luego se conocerían como «chimeneas de hadas». A los hombres los condenó a cuidar de ellas, así que los habitantes de Capadocia crearon poblados cerca de los palomares de roca. Como Göreme, el primer enclave que se visita durante un viaje a esta región turca, donde los más mayores aún recuerdan lo difícil que era antiguamente encontrar esposa si no se poseía un palomar.
La puerta de entrada más habitual a Capadocia, sin embargo, es el aeropuerto de Nevsehir, ciudad enclavada 217 kilómetros al sudeste de Ankara, la capital del país. Tan pronto el bullicio de Nevsheir queda atrás camino de Göreme, el viajero se sentirá cautivado por un paisaje que nació de las entrañas de cinco volcanes.
Hace diez millones de años la lava de los volcanes Erciyas, Gallu, Kecyboyduran, Develi y Melendiz cubría Capadocia. Al enfriarse el suelo, el frío del invierno, las lluvias torrenciales de la primavera y los sofocos del estío crearon un paisaje de chimeneas tocadas con boinas donde el ingenio humano talló iglesias, necrópolis y ciudades subterráneas. No hay un lugar mejor para apreciar este paisaje onírico que Göreme. El antiguo pueblo de campesinos que necesitaban las palomas-hadas para casarse es ahora el centro turístico de la región. Las casas esculpidas en las chimeneas de hadas se han convertido en hoteles, pero Göreme mantiene su aire tradicional, con las mujeres ofreciendo pekmez (zumo de uva) a la puerta de sus casas cueva y escenas que no han variado en siglos, como cuando al atardecer los hombres vuelven del campo a caballo.