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Tours Privados en Turquía, Tours Privados en Estambul

7 Dias Biblicos Tour - 7/6

7 Dias Biblicos Tour

Día 1 : Estambul

Después de la llegada al aeropuerto de Estambul o Sabiha Gokcen, os recogemos  del aeropuerto y traslado al hotel,  tiempo libre y la noche en Estambul.

 

Día 2 : Estambul

Desayuno en el hotel. Por la mañana salida para la visita de la parte Antigua donde están concentrados los monumentos más destacados. Otomanos y Bizantinas. Comenzaremos con la visita del Palacio de Topkapı, el famoso recinto gigantesco desde donde fue dirigido todo el Imperio Otomano durante casi 400 años, a continuación visitaremos Grande Bazar y Santa Sofía  fue el Santuario más grande del mundo hasta el siglo XVII construido por el emperador Justiniano durante el siglo IV.  Terminaremos nuestra excursión con la visita de la famosa Mezquita Azul. Todo noche en Estambul.

 

Día 3 : Estambul

Tras el desayuno en su hotel, os recogeremos del hotel. En Primer lugar, visitaremos uno de los bazares más antiguos de Estambul: el Bazar de Especias. Con el olor de las especias y la voz de los comerciantes que inundan el ambiente, tan pronto como del primer paso a través de su enorme puerta, usted podrá sentir que está en el mismísimo Impero Otomano del siglo 17. Iremos a Kabatas para hacer un tour por el Bósforo en nuestro barco. El Bósforo no solo conecta el Mar Negro con el Marmara, sino que también separa el continente Asiático del Europeo. El Palacio Beylerbeyi, una de las residencias otomanas que tiene más de 24 habitaciones. Una vez que lleguemos a la parte asiática, visitaremos la colina Camlica, la colina más alta de Estambul y disfrutaremos de sus maravillosas vistas. Al finalizar la visita, traslado su hotel y Toda la noche en  Estambul.

 

Día 4 : Izmir - Pergamum - Asclepion

Usted será recibido en el aeropuerto de Izmir y seguirá en un coche privado hacia la ciudad de Pérgamo. Usted va a visitar Acrópolis y Asclepio y a la Basílica Roja. Después del almuerzo, seguirá hacia Akhisar, dónde visitará los rustros de la iglesia Thyateira. Al final del tour, traslado a su hotel en Kusadasi.

 

Día 5 : Éfeso - Basílica de San Juan - Pamukkale

Después del desayuno seguirá para Selcuk, Éfeso, la cuna del cristianismo primitivo, visitará la casa de la Virgen María, donde ella se quedó sus últimos años. En seguida va a visitar la tumba de San Lucas, seguirá con el tour por Éfeso, como en la época de San Pablo, visitara la Basílica de San Juan y su tumba. Al final del tour, traslado a su hotel en Pamukkale.

 

Día 6 : Hierapolis - Laodicea - Filadelfia - Sardes - Izmir

Temprano por la mañana, el tour empieza en la antigua ciudad de Hierapolis, visitando el teatro y la Necrópolis. A seguir, la ciudad de Laodicea, visitará una de las siete iglesias y las ruinas de la Catedral. Seguirá por Filadelfia en Alasehir, visitera el escaso rastro de la catedral. Después seguirá para Sardes, verá el Tiemplo de Cibele y Diana. Nuestro trabajo se acaba con el traslado al aeropuerto de Izmir y regreso a Estambul

 

Día 7 : Estambul

Desayuno en el hotel. Os recogemos del hotel traslado al aeropuerto.

Cómo reservar Tour de Turquía

 

 

Como reservar su tour

En primer lugar por favor envíe el formulario de solicitud de viaje para nosotros. Comprobaremos la disponibilidad y en haremos contacto con usted con el precio. Si le gustan nuestro programa y precio, entonces se puede proceder a reservar sus vacaciones en Turquía.

Acerca de reserva y pago:

Pedimos un 30 por ciento de la cantidad en reserva y resto del importe se puede pagar cuando llegue a Estambul. Usted puede hacer un pago con su tarjeta de crédito o transferencia bancaria. Si usted desea pagar con tarjeta de crédito, le enviaremos un formulario de pedido por correo eletronico para que usted llene.  A continuación, puede enviar el formulario completo y firmado de nuevo a nosotros por correo electrónico o por fax.

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Cemberlitas Fatih Istanbul

INCLUIDO

Todos los traslados

2 vuelos domesticos

6 noches alojamientos

5 días tours

Desayuno en el hotel, almuerzo en el tour

Guia habla hispana

Entradas museos

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Estambul

Sorprende a los visitantes distraídos y los paraliza. El llamado a la oración baja en árabe desde los minaretes de las mezquitas para co[...]

Estambul

Sorprende a los visitantes distraídos y los paraliza. El llamado a la oración baja en árabe desde los minaretes de las mezquitas para convocar a los fieles del islam. Es un canto magnético, poderoso, que toma más fuerza aún porque comienza a replicarse en canon en las torres (también llamadas alminares) de los más de dos mil templos que hay en Estambul. Son unos minutos breves e intensos, en los que se proclaman la grandeza de Dios y a Mahoma como el mensajero, mientras vibran las calles y el propio cuerpo. Musical e hipnótico, el llamado que emiten los altoparlantes (llegaron para socorrer a las gargantas que antes cantaban desde lo alto) se repite cinco veces al día en la ciudad más grande de Turquía y, junto con la vestimenta de muchas mujeres, recuerda que la mayoría de su población es musulmana.
Es extraño estar con los pies en Europa y la mirada en Asia, siempre. Esta primera reflexión surge al contemplar los buques que cruzan el Estrecho de Bósforo, canal natural de 32 km de largo que marca el límite entre ambos continentes y une los mares de Mármara y Negro. A simple vista, puede confundirse con el golfo conocido como Cuerno de Oro, también atravesado por puentes (como el antiguo de Gálata). Pero la ría sólo tiene 7 km y divide en dos a la parte europea de la ciudad.

Los turcos van y vienen continuamente de un continente a otro, sin salir de Estambul: en auto; en tren, por el túnel ferroviario que va por abajo (se está construyendo una segunda vía subterránea) y en ferry, la forma más directa y económica. Aquí reside, quizá, una de las claves para comprender esta ciudad compleja, con una historia signada por la opulencia y una importancia geopolítica que continúa vigente. En todo caso, la sensación es que Estambul es demasiado oriental para ser occidental y demasiado europea para ser asiática. Y en Argentina, se ha puesto de moda gracias a la telenovela “Las mil y una noches”, al ser el escenario de la historia de amor entre Sherezade y Onur.

 

Con una ubicación estratégica indiscutible, se llamó Bizancio en el 667 aC. cuando la fundaron los griegos, hasta que en el 330 dC. fue bautizada Constantinopla por el emperador Constantino I El Grande, quien decidió convertirla en la Nueva Roma y declararla capital del Imperio Romano. Al dividirse en dos este último, pasó en el 395 dC. a ser la capital del Imperio Romano de Oriente o Bizantino, y luego de ser conquistada por los turcos, fue la capital del Imperio Otomano.

 

Al pisar estas tierras se llena de contenido aquella frase que se repetía de memoria en la escuela: “En 1453, la caída de Constantinopla marcó el final de la Edad Media” y hasta se puede imaginar al sultán Mehmed II entrando con su caballo en Santa Sofía para convertirla en mezquita. En cambio, no se tiene tan presente que en 1930 la ciudad adoptó el nombre de Estambul, una vez que Mustafá Kemal Atatürk estableció la República de Turquía en 1923 y trasladó la capital a Ankara.

 

La profunda transformación cultural al pasar de ser bizantina imperial a otomana y de cristiana ortodoxa a musulmana es palpable en cada rincón de Estambul, especialmente, en el área conocida como Sultanahmet o “ciudad de los sultanes”. Hablan los restos de las murallas y de los imponentes acueductos romanos. Hablan los mosaicos bizantinos descubiertos bajo las capas de pintura otomana. Hablan la Plaza Taksim y el ritmo frenético de la superpoblada peatonal Istiklal, donde vendedores de castañas y choclos asados conviven con marcas de hamburguesas y café internacionales.

 

Iconos de ayer y hoy
En las épocas romana, bizantina y otomana (y en la actual, la turística) el corazón de la ciudad siempre latió en el centro de Sultanahmet. Por eso las visitas guiadas se aglutinan en los templos emblemáticos situados a los lados del antiguo hipódromo romano, como la mezquita construida en honor al sultán Ahmed I entre 1609 y 1616, conocida por todos como la Mezquita Azul.

 

Su silueta única, con seis minaretes, es fotografiada desde todos los ángulos posibles, mientras se hace la fila para entrar. Desafiando al frío invernal, varios hombres realizan sus abluciones antes de orar. Llama la atención de esta cronista el señor de barba oscura que cuelga su abrigo en la pared larguísima, con una cantidad de canillas y asientos de mármol difíciles de contar. Elige uno al azar y se lava tres veces cada brazo hasta el codo, la boca, la cara, las orejas, la coronilla, la nuca y los pies, sin dejar de rezar. Terminado el ritual, se pone dos pares de medias sobre los pies mojados y entra sin zapatos, como todos.

 

Además de entregarnos una bolsa en la puerta para llevar el calzado, las mujeres debemos cubrirnos la cabeza y los hombros antes de caminar sobre el suelo alfombrado. Por ser visitantes, nos quedamos todos juntos. Pero si fuéramos a rezar, las mujeres tendríamos que ir a un sitio apartado de los hombres.

 

La razón del apodo de la mezquita no genera dudas para nadie, porque el interior está recubierto por más de 21.000 azulejos con predominio del azul. Las dimensiones impactan también, con una nave central que es casi un cuadrado de 51 por 53 metros, y una cúpula de 23 metros de diámetro y 43 metros de altura. Al no permitir representar imágenes, en el mundo musulmán se desarrolló el arte de tejer alfombras –para rezar en el piso–, los azulejos, los cristales, las tallas de piedra y madera, la alfarería y la caligrafía.

 

Un ícono conduce al otro. Enfrentada a la Mezquita Azul, se encuentra el otro gran símbolo de Estambul: Santa Sofía, Haghia Sofía o Ayasofya , como la llaman los turcos. Era la iglesia más grande hasta que fue superada en tamaño por la Basílica de San Pedro, en el Vaticano.

 

Se trata del tercer templo reconstruido en el lugar desde el 360 dC. con el mismo nombre. Convertido en museo en 1935, representa una síntesis de la historia de la ciudad, con elementos cristianos e islámicos superpuestos. El edificio que quedó en pie es la obra maestra bizantina más importante, levantada entre el 532 y 537 dC. durante el mandato del emperador Justiniano.

 

Dedicada a la santa sabiduría de Dios (del griego sofía, sabiduría), fue la catedral bizantina oriental de Constantinopla hasta la conquista del Imperio Otomano, con un paréntesis católico entre 1204 y 1261 durante el patriarcado del Imperio Latino fundado por los Cruzados, cuando fue la iglesia del Papa. En 1453 empezó a funcionar como mezquita y se taparon las imágenes cristianas. El templo reúne pinturas originales, una cúpula de 31 metros de diámetro, columnas inclinadas y pisos de mármol rajados por el paso de los siglos y algunos terremotos, medallones gigantes en árabe y la recuperación de los mosaicos bizantinos más famosos del planeta. “Cristo en el medio, San Juan Bautista a la derecha y la Virgen María a la izquierda. Siglo XIII”, se lee en la pared del Cristo Pantocrátor, una obra que nadie se quiere perder. También en la segunda planta, se encuentran los mosaicos del emperador Constantino y la emperatriz Zoe adorando a Cristo. Antes de bajar, se descubre ¡un grafiti vikingo del siglo IX!

 

Un museo al aire libre
Cuesta imaginar al Hipódromo Romano en la gran Plaza de Sultán Ahmet, donde en la actualidad caminan turistas y vendedores ambulantes entre reliquias griegas y egipcias. Su inauguración coincide con las ceremonias de la declaración de Estambul como la segunda capital del Imperio Romano por el emperador Constantino El Grande en el 330 dC., tenía forma rectangular y casi 400 metros de largo por 120 metros de ancho. En otras palabras, después del Circus Maximus de Roma, era el segundo hipódromo más grande del mundo. Durante las eras bizantina y otomana, se usó para actividades deportivas y culturales –carreras de caballos, luchas de gladiadores, pruebas de atletismo–, manifestaciones públicas y como museo al aire libre con monumentos de importancia.

 

El más valioso de ellos sigue en pie, con casi 20 metros de altura y sus jeroglíficos intactos. Es el Obelisco de Teodosio, originalmente erigido por el faraón Tutmosis III hacia 1450 aC. en Egipto y traído a la entonces Constantinopla en el año 390 aC. Además de la Columna de Constantino y la Fuente Alemana, se destaca la Columna Serpentina, el segundo monumento más antiguo del lugar. En el 479 aC. fue transportada desde el Templo de Apolo, en Delfos, Grecia, pero la espiral de tres serpientes entrelazadas en bronce perdió sus cabezas y la caldera de oro.

 

Entonces surge una visita que supera las expectativas. Vamos a las profundidades. La Cisterna de Yerebatan o de la Basílica es la mayor de las numerosas reservas de agua que tenía la ciudad. Al recorrer las pasarelas de este enorme recinto, oscuro y húmedo, se comprende por qué le dicen “el palacio sumergido”. Impactan sus 336 columnas, la fecha de construcción (siglo VI dC., en tiempos del emperador Justiniano) y los 80.000 litros de agua que podía recibir de los bosques de Belgrado –a 19 km de Constantinopla– a través de los acueductos. Cuando parecían agotadas las sorpresas aquí abajo, aparecen dos columnas con una cabeza de Medusa invertida como base.

 

Antes de almorzar, recorremos el Palacio de Topkapi. Imperdible, con mayúsculas. Formado por varios edificios y patios, fue construido por orden del sultán Mehmed II El Conquistador entre 1460 y 1478. No sólo sirvió de residencia para los sultanes otomanos y sus sirvientes sino como centro administrativo hasta 1856, cuando se mudaron al Palacio de Dolmabahçe, en el Bósforo. Sin embargo, el Tesoro del sultanato, las Reliquias Sagradas del Profeta y los Archivos del Imperio continuaron allí. Después de ser abolida la monarquía otomana, el palacio fue abierto al público como museo, en 1924.

 

En la acrópolis bizantina de la zona de Sarayburnu, al final de la península de Estambul, y rodeado por el mar de Mármara, el Bósforo y el Cuerno de Oro, el Palacio ocupa una superficie de 700.000 m2, incluyendo los Jardines Reales. El esplendor de Topkapi se produjo durante el reinado de Solimán El Magnífico, quien hacia 1540 extendió el imperio por toda la cuenca del Mediterráneo y los Balcanes.

 

Al atravesar la Puerta Imperial y la Plaza de las Ceremonias, se van sucediendo las cocinas –alimentaban a 10.000 personas y, como Constantinopla era parte de la Ruta de la Seda, atesoraba porcelanas chinas, utensilios que recibían de regalo y botines de guerra–, los establos, el Consejo Imperial, la Torre de la Justicia, la Cámara de la Audiencia, el Tesoro de las Armas, el Harén (demanda una visita aparte, que vale la pena), la Sala de la Circuncisión, la Cámara de los Vestidos y la Sala de las Reliquias Sagradas, además de una cantidad abrumadora de atractivos.

 

Entre los tesoros y joyas se exhiben desde un ajedrez de esmeraldas contra rubíes hasta el Diamante del Cucharero, considerado el más grande del mundo: tiene 86 quilates y la forma de una gota rodeada por 49 brillantes. Según la leyenda, un vendedor lo encontró en un basurero, creyó que carecía de valor y lo cambió por tres cucharas.

 

Al llegar al recinto de las Reliquias Sagradas, todos achinamos los ojos para divisar los pelos de las barbas de Mahoma en pequeños frascos de vidrio y contemplamos con atención una vara que se cree que le perteneció a Moisés.

 

La buena mesa y los mercados
Como parte de la postal de los templos y monumentos históricos pasa el tranvía, súper moderno, silencioso y rápido. Para cruzar la calle, hay que mirar a ambos lados y listo, se camina sobre las vías. Así llegamos a un restaurante de tres pisos donde sirven fast food turco: tiras de carne picada de cordero, papas, ensalada, ayran –un yogur líquido que se prefiere antes que las gaseosas– y, como postre, un dulce de sémola llamado helva. Los chicos abren los panes y arman hamburguesas de cordero. Buena idea.

 

El té es un clásico y se toma a toda hora, y el café viene con borra en el fondo –salvo que se pida colado o filtrado– y siempre acompañado por un cubito de goma llamado lukum. Puede decirse que es la golosina preferida (son de distintos sabores y a veces traen pistachos) de los estambulíes, al igual que los baklava (dulces de hojaldre rellenos). En cambio, los puestos callejeros venden kebab, simit (unas roscas saladas), choclos asados, almejas con limón, helados y jugos.

 

Los colores y aromas mezclados con artesanías, joyas de oro y plata e indumentaria encuentran en el Gran Bazar su gran vidriera. Con 22 puertas y unas 3.600 tiendas en las que trabajan 20.000 personas, el bazar es un laberinto donde, a fuerza de buscar la salida, uno se resigna a no abandonarlo jamás y compra cualquier cosa. ¡Pero atención! Hay que evitar volver al hotel –y sobre todo, al hogar– con objetos tales como flautas para encantar serpientes, más paquetes de té de manzana del que se puede tomar en siete vidas, ojitos y ojazos (los hay en los más diversos tamaños) para la fortuna y contra la envidia, pachminas, alfombras, juegos de té de vidrio, lámparas de colores, bols de cerámica pintados, narguiles, carteras y especias como para condimentar el menú de un ejército. Una ventaja para las mujeres argentinas: los turcos no saben que si nos dejaran mirar tranquilas compraríamos más. Pero ante su catarata de preguntas (hablan en turco entre ellos pero en inglés, español o lo que sea necesario con los turistas) y el regateo sin fin, a veces nos ahuyentan.

 

Eso sí: si uno les acepta un té en el vaso de vidrio de rigor que llevan en prácticas bandejas todo el día, habrán ganado la pulseada consumista. “Nos gusta conquistar”, afirma Mustafá en inglés, pero dice “somos machos” en español y se hace el canchero jugando con su tasbih de madera (una suerte de rosario con cuentas pequeñas). Piropean para vender y por deporte.

 

A la salida del Gran Bazar ¡siguen vendiendo! Por ejemplo, un hombre escucha ofertas mientras camina totalmente envuelto en una alfombra. La misma lógica tiene lugar en el Bazar de las Especias o Egipcio, nombre que proviene de cuando Estambul marcaba el final de la Ruta de la Seda y era el centro de distribución en Europa de las especias que llegaban desde tierras lejanas. Junto a la Nueva Mezquita, el mercado ofrece especias exóticas, frutos secos y dulces típicos, pero también vende productos similares a los del Gran Bazar.

 

Del otro lado del Gálata
Al buscar la parada del tranvía para viajar hasta el centro moderno de Estambul, la Plaza Taksim y la híper comercial y peatonal Istiklal (con marcas que recuerdan a Miami), me pierdo cerca de la gigantesca Mezquita de Süleymaniye (Solimán El Magnífico) y descubro un bar para fumadores de narguiles, una librería de textos antiguos, una iglesia cristiana ortodoxa y una manifestación de jóvenes en defensa del Estado laico. El clima de protesta trae a la mente que la comunidad armenia conmemora este año el centenario del genocidio ocurrido en estas tierras. Y f inalmente, con 4 liras turcas compro un jeton, el cospel que permite pasar un molinete y subir al tranvía o al metro. En pocos minutos, estoy del otro lado del Puente de Gálata (de 1845 y el primero en cruzar el Cuerno de Oro), donde decenas de pescadores desafían a la llovizna y al frío.

 

Se confirma la primera impresión que tuve al llegar a la ciudad. Es mucho más grande, moderna y caótica de lo que esperaba, con buses, tranvías, taxis, metros, funiculares, trenes y un tráfico infernal.

 

La cena me encuentra sana y salva en un restaurante de comida otomana bien agridulce, con Seda y su hija Dila. Me enseñan la costumbre de usar colonia de limón en la cara y en las manos y de saborear canela después de comer. Como cierre de la noche (y del viaje), Seda me lee la borra del café. Gira la taza e interpreta las sombras, y luego hace lo mismo con el plato. Me dice que tengo un sueño por el que vale la pena luchar. Al despedirnos, le confieso que es cierto.

 
 

IMPERDIBLES

 

Torre de Gálata. Es una de las torres más antiguas del mundo y desde la cima se contempla una de las mejores vistas de Estambul. Lo más llamativo no es su altura, de 61 metros, sino los muros que tienen un grosor de 3,7 metros en la base. Para que la experiencia sea completa, se puede ir en tranvía hasta Karaköy y tomar el funicular de Tünel, desde el Puente de Gálata. También se organizan cenas con shows y hay muchos restaurantes especializados en pescado.

Cruceros por el Bósforo y cafés. Al recorrer en barco el Estrecho de Bósforo, se observan barrios elegantes de la ciudad. Luego de pasar debajo del segundo puente se ve la Fortaleza de Rumeli Hisar, un castillo del siglo XVI. En los meses de calor, se puede aprovechar las mesas al aire libre de bares y restaurantes muy pintorescos en la orilla del Bósforo, así como en el barrio de Ortaköy, más alejado y con calles adoquinadas.

Museo de Arte Turco e Islámico. Tiene una gran variedad de alfombras, esculturas, sarcófagos y versiones del Corán, entre otros objetos.

Derviches. Por la noche, los derviches realizan su ceremonia espiritual, que consiste en una danza giratoria.

Baños turcos. Son la versión otomana de las termas romanas y, además de la limpieza del cuerpo y relajación, ofrecen una función social. En el siglo XVIII, Estambul llegó a tener más de 150 baños. Los más conocidos son el Hamam de Çemberlitas (construido en 1584), en el centro histórico de la ciudad, y el Hamam de Suleymaniye (a los pies de la Mezquita de Solimán), por ser el único baño turco tradicional que da servicio mixto.

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Efeso

Incrustado en la parte occidental de la Turquía contemporánea, el alguna vez lugar influencial de mercado y espiritualidadÉfeso era c[...]

Efeso

Incrustado en la parte occidental de la Turquía contemporánea, el alguna vez lugar influencial de mercado y espiritualidadÉfeso era considerado como uno de los más grandes e importantes centros del viejo mundo Mediterráneo, y es apreciado como uno de los lugares de la antigüedad mejor conservados en Asia Menor.

No hay información completa acerca del origen de esta ciudad. El mito dice que laCiudad de Éfeso (también conocida como Ephesos o Ephesia) fue construida por Androclos, hijo de Krodos y rey de Atenas una vez que escapó del ataque de Dor a Grecia y fundó un nuevo lugar para asentarse. Androclos huyó al Oráculo de Delfos y fue informado que un jabalí y un pez lo guiarían. Muchos días después, mientras cocinaba, cayó un pez, alarmando a un jabalí que se escondía. Este jabalí huyó, y Androclos lo siguió y asesinó, erigiendo Éfeso en el lugar donde el animal fue asesinado. Dejando de lado el mito, se cree que la ciudad de Éfeso fue creada en el siglo 11 por los jonianos, y se considera la civilización griega más antigua ubicada cerca del Mar Egeo. Años despúes fue expandida por los romanos y se convirtió en la ubicación local de mando Romano en Asia. Situado al final del Camino Real Persa, la vía principal de la extensión romana en el Oriente, la ciudad de Éfeso era la frontera occidental del mercado Este-Oeste. La ciudad fue construida cerca del Río Caístro que fue rastreado hasta hallar un puerto completo que vacía en el Mar Mediterráneo y se convierte en un gran muelle, jactándose de ser el puerto marino más significativo del Mar Mediterráneo para productos provenientes del Oeste de Roma, Grecia e Italia.

La ciudad también era famosa como un núcleo de piedad religiosa. Desde sus períodos más tempranos, se hacía alrededor del Temple de Artemis, 

 ahora considerado uno de las Siete Maravillas de la Antigüedad. Antes de la era Cristiana, la ciudad tuvo una responsabilidad muy significativa en la difusión de la Cristiandad. Con la venida de San Pablo, quien utilizó la Ciudad de Éfeso como el lugar principal para difundir la Cristianidad a Grecia y las ciudades circundantes, la reputación o estatus de este ciudad mejoraron, y fue luego lugar de importantes cultos que incluyen aquellos a la Virgin Maria  y San Juan

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Pamukkale

Castillo de algodón: eso significa Pamukkale en turco. Y así es. Al estar parada en su ladera, lista para subir, me encontré ante una blan[...]

Pamukkale

Castillo de algodón: eso significa Pamukkale en turco. Y así es. Al estar parada en su ladera, lista para subir, me encontré ante una blanca y esponjosa montaña de cal situada en medio de un valle sereno, muy verde.

Y lo mejor de todo es que hay que quitarse los zapatos para desplazarse sobre esta superficie bañada por aguas termales que emergen de su parte más alta y que, en su descenso, quedan reposadas en terrazas naturales formadas a lo largo de los siglos. Da la sensación de estar caminando sobre una gran piedra pómez.

Pamukkale está ubicada en la región de Denizli, en el valle del río Menderes, en el suroccidente de Turquía, a una hora en avión o 10 por carretera desde la ciudad de Estambul. Diariamente la visitan miles de turistas de todo el mundo que vienen a bañarse en sus aguas azules, a las que se les atribuyen facultades curativas, gracias a su alta concentración de minerales (componentes que hicieron que se formaran estas famosas e impresionantes terrazas).

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    MOMENTO HOTEL

    El Hotel Momento está a menos de 2 km del palacio de Topkapi y a 1 km de la Mezquita Azul. Este hotel de clase especial ofrece un servicio de recepci&oa[...]

    MOMENTO HOTEL

    BEYAZIT -

    El Hotel Momento está a menos de 2 km del palacio de Topkapi y a 1 km de la Mezquita Azul. Este hotel de clase especial ofrece un servicio de recepción 24 horas, un restaurante y conexión inalámbrica a internet gratuita.

    Todas las habitaciones del Momento Hotel tienen baño privado, TV LCD vía satélite, minibar, aire acondicionado y caja fuerte.

    El desayuno bufé se sirve en el amplio comedor. El restaurante del Momento prepara deliciosos platos de estilo imperial otomano y francés acompañados con exquisitos vinos de la bodega del hotel.

    El Hotel Momento se encuentra a menos de 5 minutos a pie de las cercanas estaciones de tren y de autobús y a 15 km del aeropuerto de Ataturk. 

    Fatih es una opción genial para los viajeros interesados en arquitectura, museos ymonumentos.

    Nuestros clientes dicen que esta parte de Estambul es su favorita, según los comentarios independientes.

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    Efe Hotel

        El Efe Hotel ofrece vistas espectaculares a la costa de Kusadasi. Se encuentra entre Guvercinada y el puerto. Ofrece instalaciones de spa y habit[...]

    Efe Hotel

    KUSADASI - Boutique Hotel

     

     

    El Efe Hotel ofrece vistas espectaculares a la costa de Kusadasi. Se encuentra entre Guvercinada y el puerto. Ofrece instalaciones de spa y habitaciones modernas, con aire acondicionado y conexión Wi-Fi gratuita.

    Las habitaciones están decoradas con buen gusto, al estilo minimalista. Todas tienen un balcón con vistas al mar Egeo.

    En el restaurante podrá degustar los sabores únicos de la gastronomía turca e internacional. Puede comer en la zona de comedor de la playa, mientras contempla las vistas al mar.

    En el spa hay un baño turco, una sauna y un gimnasio. También se ofrecen masajes y hay rayos UVA.

    El centro de Kusadasi está a 1 km y alberga bares y restaurantes. El aeropuerto Izmir Adnan Menderes se encuentra a 70 km. 

    Nuestros clientes dicen que esta parte de Kusadasi es su favorita, según los comentarios independientes

    Los datos no se encontró
Fechas
Single
Doble / Twin PP
Triple PP
1.01.2023 - 31.12.2030
1.485 USD
1.260 USD
1.200 USD
Fecha Inicio
Fecha de finalización
Día / Días / todos los días
1 Ocak 2023 Pazar
31 Aralık 2030 Salı
Diarios
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Advertencia; Nombre y apellidos aparezcan como se ve en el pasaporte
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